Robots con sangre, piel y músculos

(Material transmitido por el Servicio Sindicado el pasado 30 de junio)Berenice González DurandCIUDAD DE MÉXICO, julio 6 (EL UNIVERSAL).- La sangre, ese tejido líquido que transporta oxígeno para las células de los vertebrados y circula por venas y arterias está tratando de ser imitado para una nueva generación de robots. La idea es generar un sistema que al igual que la sangre, sea capaz de distribuir energía. La diferencia es que en lugar de eritrocitos, leucocitos, plaquetas y plasma, este compuesto está integrado por un fluido cargado con iones disueltos.

Especialistas de la Universidad Cornell en Nueva York, comandados por Robert Shepard del Laboratorio de Robótica Orgánica, exponen esta hazaña en un reciente artículo publicado en la revista Nature. Los especialistas crearon un fluido con el reto de impulsar un pequeño robot que imita los movimientos del pez león (Pterois antennata), la exuberante especie que habita las lagunas costeras y arrecifes del océano Indico tropical y el Pacífico occidental.

Este se convertiría en un nuevo paso en la creación de un sistema que busca ser capaz de brindar el potencial químico necesario para alimentar una batería líquida que podría conferirle mayor independencia a los robots autónomos. El líquido dispuesto fluye a través de las células de las baterías de flujo interconectadas en el abdomen y las aletas del pez. El funcionamiento es simple. Cada celda tiene dos piezas de metal opuestas: un cátodo y un ánodo. A medida que el fluido se desplaza más allá de estos, crea un voltaje que hace que los electrones viajen a través de los dos puntos que mantienen el fluido bombeando.

Es así que gracias al líquido electrolítico que circula a través de los conductos internos del robot, los sistemas electrónicos del robot reciben la corriente necesaria para que el ente se mueva con autonomía.

El reto es que se pueda desarrollar una nueva generación de robots con una mayor capacidad para almacenar energía y cuyo dispositivo central sea más ligero. En este caso, el pequeño pez puede funcionar por alrededor de 36 horas. El único problema hasta el momento es que aún su velocidad es muy baja, pero se espera que el sistema empiece a encontrar componentes cada vez más sofisticados para también aumentar paulatinamente el potencial de energía que impulsa el movimiento.

Un antecedente fundamental para librarse de las baterías rígidas lo propuso hace algunos años el famoso Octobot, un robot inspirado en un pequeño pulpo...

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