Romero Deschamps, brincó de la pobreza a la opulencia desmedida

Juan Arvizu

CIUDAD DE MÉXICO, octubre 17 (EL UNIVERSAL).- Carlos Romero Deschamps pasó de ser el hijo de una familia humilde de Tampico, Tamaulipas, a dirigir durante 26 años el sindicato más importante del país. Su vida de escasez giró al bienestar y al poder.

Es un hombre del sistema que prefiere el bajo perfil, sin dar entrevistas ni responder a las críticas, acusaciones o denuncias.

Con silencio ha reaccionado a señalamientos de tener propiedades millonarias en Acapulco, Cancún o Miami, yates y aviones, relojes y joyas. Hay fotografías publicadas de sus hijos Paulina y José Carlos en las que ostentan su nivel de vida, en jet o un Ferrari.

Este hombre juega su estrategia de callar y aguantar probada con cuatro presidentes de la República como dirigente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM).

Se trata de un líder priista que ha sido dos veces senador y diputado federal en tres ocasiones. Era jefe de una cúpula sindical que desde la expropiación petrolera (1938) actúa sin contrapesos en su vida interna, con fama de dispendio fabuloso y poderío político.

Ese fue el estilo de la generación sindicalista de Joaquín Hernández Galicia, La Quina, con quien creció Romero Deschamps, su paisano de Tampico.

Se conocieron en la refinería de Salamanca, Guanajuato; Romero Deschamps fue llevado a...

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