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Ay, Sinaloa: el riesgoso derecho de flotarCésar Güemes

EL UNIVERSALEl mundo de la droga es un campo minado al que los usuarios acuden por su gusto y a donde entran a saltos sin mapa alguno. Entran felices, como quien va a una feria del mole. Algunos, muy pocos ?siempre y por fuerza gracias al ensayo y error? saldrán de ahí tan felices como llegaron. Otros, muchísimos otros, pagarán las consecuencias de pisar una mina y perder parte de la conciencia, o a sus seres más queridos, o se verán pillados en ese acto ilegal que los sangrará económicamente el resto de sus vidas o hará que terminen en la cárcel, donde igualmente serán castigados en sus reservas monetarias tanto ellos como sus familias. Y algunos irán a esa feria no más de tres veces, y en la tercera se quedarán fríos para la eternidad.

Visto así, el consumo de drogas es una ruleta rusa que no le desearíamos a nadie, pero que pasa un día sí y otro también frente a nuestros ojos, muy probablemente en el departamento vecino, quizá en la persona de un amigo o tal vez en la de un familiar muy cercano y en la propia casa.

Entonces, el asunto es complejo. Meterse algo por las venas o por el sistema respiratorio es, pongamos, una puerta que puede cruzarse tan sólo con el conocimiento de que existe y de que al otro lado hay un mundo de maravillas, de colores nuevos por nombrar, de fortalezas tan sólo vistas en el cine, de intensificación de los placeres terrenales o de alegrías que se creyeron perdidas y que pueden renacer una y otra vez, a voluntad.

Por eso está cabrón y en eso estriba la complejidad de acudir a esa feria o pasar de largo. Hablamos, claro, de sustancias consideradas ilegales ?para gran beneficio económico de quien las produce y de quien dice combatirlas? que trastocan la conciencia. Por eso dejamos fuera el tabaco, o un par de cervezas para acompañar el dominó, o de algunas botellas de buen tinto o blanco que auspician la conversación, que relajan y liman las asperezas del ánimo. Estamos hablando de drogas de verdad, de las que hacen flotar y en donde hasta la misma marihuana estaría en entredicho: una planta que apenas califica de sicotrópico y que provoca en quien la consume el retraimiento y la lentitud de reflejos. Hablamos de metanfetaminas, heroína, cocaína, morfina y de todos los derivados que en nuestros países pobres se consumen como golosinas y que directamente dañan la vida de quien decide ingresarlas a su sistema.

Y aquí debemos hacer una aclaración de orden...

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