El semillero histórico de las normales rurales

CIUDAD DE MÉXICO, mayo 19 (EL UNIVERSAL).- Desde su creación en la década de los 20, las normales rurales mantienen su objetivo de formar maestros y especialistas en campo. Este sistema cuenta con 17 planteles y busca sobrevivir ante los bajos presupuestos y en algunos casos la falta de apoyo."Ayotzinapa, la cuna de la lucha social", su lema

Ayotzinapa, Guerrero. Alexis Martínez se siente feliz estudiando en la Normal Rural "Raúl Isidro Burgos" de Ayotzinapa: es una boca menos que tiene que alimentar su madre en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, y eso lo mantiene tranquilo.

Alexis tiene 21 años y cursa el primer grado en la licenciatura en Educación Primaria. Por petición de su madre y su hermana esperó dos años para tratar de ingresar a la normal; en ese entonces, en casi todo el país el movimiento por la desaparición de los 43 estudiantes estaba incontrolable.

En esos dos años, Alexis estudió la carrera de Ingeniería Eléctrica por las mañanas y en las tardes trabajó en un mototaxi, donde ganaba 70 pesos al día.

El año pasado tres razones lo empujaron a no esperar más para ingresar a Ayotzinapa. Primero, ingeniería no le gustó. "Yo no quería trabajar para algo que no me satisface, me estaba generando mucho gasto, a veces eran 500 pesos a la semana en material", dice Alexis mientras hacemos fila en el comedor de la normal. Segundo: en su pueblo los asaltos y asesinatos se incrementaron y el acoso contra los mototaxistas resultó insoportable. "En mi pueblo no hay mucho trabajo, sólo de eso encontré y que me permitía estudiar, pero ya era mucho peligro". Y tercero, los sismos de 2017 derrumbaron en 60% su escuela.

La única alterativa

Este año ingresaron a Ayotzinapa 140 estudiantes. Historias como la de Alexis se repite una y otra vez entre sus compañeros: jóvenes que por falta de dinero ingresaron a la normal porque se convirtió en su única opción para estudiar. Eso es cierto: aquí están los hijos de los campesinos, de los pobres de Guerrero y de otros estados. ¿O cómo se puede entender que estos jóvenes resisten tantas carencias por seguir estudiando?

Estudiar en Ayotzinapa puede ser sinónimo de resistencia. Resistir a La Caverna, esos cuartos húmedos, oscuros, con chinches donde viven amontonados unos cinco, seis jóvenes. A la mala alimentación, a la falta de infraestructura adecuada, a la falta de apoyo gubernamental, a las largas ausencias de casa. Resistir a la represión. Sobre todo a la represión que le ha costado muchas vidas.

En la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR