'Tocar fondo y salir sirve para ser más exitoso'

CIUDAD DE MÉXICO., diciembre 3 (EL UNIVERSAL).- Jordan Belfort alcanzó el sueño americano. Quien ahora se vende a sí mismo como un conferencista de primera clase a escala mundial, en otra época vendió acciones basura al reducido 1% más poderoso de Estados Unidos.

El hombre que por sus malas prácticas durante la década de los 90 se ganó el apodo de El Lobo de Wall Street, se abrió ante un público de empresarios que pagó hasta 25 mil pesos por un momento íntimo en un hotel cercano al World Trade Center de la Ciudad de México, donde el pasado sábado prometió cambiar vidas con el par de presentaciones que ofreció.

Algunos pensaban que las escenas encarnadas por Leonardo Dicaprio en la pantalla grande estaban alejadas de la realidad, pero no es así: cinco divorcios ?el más reciente fue este año?, orgías, la compra ilegal de animales y un coctel de toda clase de sustancias... la salvaje vida de Belfort fue el tema más solicitado por los asistentes, quienes no ocultaron su asombro.

"No me arrepiento de nada? tal vez sólo me hubiera drogado un poco menos", dijo entre risas mientras recordaba las imágenes que iba ilustrando a detalle.

La noche anterior, El Lobo de Wall Street describió a EL UNIVERSAL el momento exacto en el que supo que sería rico, la ética de las ventas en el mundo moderno y el frenético estilo de vida que lo llevó a pisar la cárcel durante 22 meses por los delitos de manipulación del mercado de valores y lavado de dinero, entre otros.

¿Cuándo supiste que ibas a vivir para hacer dinero?

?Supe que sería rico desde pequeño. Me di cuenta muy joven, tendría más o menos ocho años.

Donde vivía es difícil el invierno, a los 10 años estaba moviendo nieve para sacar unos dólares, a los 14 años hacía shows de magia y a los 16 años ya estaba ganando 2 mil dólares a la semana (alrededor de 5 mil dólares en la actualidad).

Belfort amasó una fortuna de 50 millones de dólares a los 26 años, cuando fundó Stratton Oakmont, una empresa que vendía acciones riesgosas a un centavo y que todavía debe millones que él mismo tiene que pagar de su cartera.

Sin embargo, el hombre que afirma nunca haber sido feliz en la pobreza ha cambiado su concepción sobre la riqueza, a la que también ve como el camino...

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