Su niñez trágica fue la fuente de su fortaleza

(Embargada para sitios en internet hasta las 11:00 horas locales de este 27 de noviembre)Dalia Martínez, corresponsalMORELIA, Mich., noviembre 26 (EL UNIVERSAL).- Aquel 3 de marzo de 1975 hacia más calor que de costumbre y el termómetro marcaba ya 32 grados centígrados a la sombra, a pesar de que faltaban unos días para que la primavera entrara con toda su fuerza.El clima semidesértico de Tiquicheo, en la región de Tierra Caliente de Michoacán, azotado por la pobreza y el sol inclemente, no ayudaba nada en la labor de parto que la madre de María Santos realizaba con el auxilio de una partera.Nació en una casucha desvencijada de adobe, sobre un piso de tierra y en medio de ropas sucias, en un petate donde dormían sus hermanos, su madre y de vez en cuando uno que otro borracho que salía del bar cercano donde trabajaba la mamá de María Santos.Con el paso del tiempo, la niña de piel blanca y ojos avellana cambió los cuadernos y los lápices por vasos de cerveza que llevaba y traía a las mesas de un bar de pueblo que olía a orines, ubicado a pie de carretera, en medio de la nada.Tendría unos 12 años cuando se topó en el camino de regreso a su casa después de trabajar con José Sánchez, joven alto y de piel tostada que se fijó en las largas piernas y las nalgas bien torneadas que empezaban a repuntar en el cuerpo de la chiquilla de 13 años, como suelen desarrollarse las mujeres de esa región.De ahí en adelante, los encuentros "casuales" con José Sánchez se hicieron frecuentes y ella escuchaba cosas que no entendía pero que tenían que ver con llevársela lejos, convertirla en una reina y en comprarle hermosos zapatos de todos los colores, que nunca había calzado.Un buen día, José, a quien la fortuna comenzaba a sonreírle con el florecimiento del negocio del tráfico y trasiego de mariguana, decidió que se "robaría" a María Santos para hacerla su mujer.Poco importaban el pasado carcelario del joven y las habladurías que se desataron en el pueblo por la relación extramarital que José tenía con la chiquilla, y, por el contario, este hecho lo alentó a ponerle de una buena vez "casa aparte".Primero se la llevó a Acapulco, adonde días después llegaron las amenazas del abuelo de María junto con una orden de aprehensión por el delito de estupro y secuestro de una menor.José y María regresaron a Tiquicheo solo para anunciar que se "casarían". La madre de María estaba feliz a pesar de que por esos días amaneció muerto don Sebastián, el abuelo, en un predio...

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