Tres años

Tendríamos que preguntarnos si vale la pena comparar el hoy contra un ayer [de México] en donde la nación sólo ha crecido 2.5% en promedioJosé Luis de la Cruz Gallegos *

MÉXICO, D.F., noviembre 30 (EL UNIVERSAL).- La mitad del sexenio ha transcurrido, poco tiempo para hacer grandes transformaciones o mucho cuando las cosas no funcionan como se esperaba.¿En qué parte se encuentra México?.

Lamentablemente no siempre se realiza un diagnóstico objetivo y apegado a la contundencia de las cifras. Reiteradamente se apela a la esperanza del futuro y no a la realidad del presente y el pasado.

En muchas ocasiones se apela al voluntarismo o se defiende la posición que se ocupa en la pirámide del poder político, económico y social; de ello depende el cristal con el que se observa el vaso para afirmar si se encuentra medio lleno o medio vacío.

La historia importa como referencia, es un punto de comparación. El problema para México es que el pasado se encuentra contaminado de un crecimiento económico mediocre. Tendríamos que preguntarnos si vale la pena comparar el hoy contra un ayer en donde la nación sólo ha crecido 2.5% en promedio. Ganar o perder algunas décimas sólo significa que se sigue inmerso en el mismo proceso que algunos han llamado de estancamiento estabilizador.

Hablar de estabilidad macroeconómica significa mucho y a la vez poco. Representa algo positivo que se logró gracias a los pactos económicos que comenzaron a finales de los años 80 y que continuó con el control de la inflación con base a la contención de los salarios.¿Qué ha cambiado desde entonces en esa materia?.

La baja inflación no es producto de un incremento en la productividad laboral o de la denominada como productividad total de los factores. Se debe más a la baja dinámica del mercado interno, de la importación de productos baratos de China y de la absorción de costos que las empresas han realizado de choques como la depreciación del tipo de cambio que estamos viviendo.

Una visión de corto plazo se puede congratular de ello, desafortunadamente en un horizonte más largo de tiempo esto representa una factura que se deberá pagar, tal y como hoy lo estamos haciendo con las cuentas que nos heredaron los errores cometidos desde los años 70, cuando se hipotecó a la nación con un endeudamiento externo que implicó el sacrificio de la inversión productiva del Estado y la posterior quiebra de una gran cantidad de empresas privadas transformadoras. Fue la crisis de los años 80.

La...

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