UE, efectos colaterales de una pandemia

Inder Bugarin, corresponsalBRUSELAS, Bélgica, marzo 19 (EL UNIVERSAL).- De pronto, sin querer, los gobiernos centrales de las capitales de Europa han reinstaurado su autoridad frente a los ciudadanos.

La ansiedad ante lo impredecible ha llevado a la gente a voltear a ver a sus dirigentes en la búsqueda de un líder que los guíe en la guerra contra un enemigo misterioso importado desde fuera; unos 8 mil kilómetros separa a Berlín de la ciudad china de Wuhan, epicentro de la amenaza conocida como Covid-19. Sin reclamar, están aceptando nuevas reglas en nombre de limitar el impacto del coronavirus; algunas de ellas inéditas en época de paz, como ha sido el cierre de las fronteras externas de la Unión Europea (UE) al menos por 30 días.

La población demanda unidad ante la enfermedad, no el juego sucio que caracteriza a una clase gobernante que parecía había perdido la brújula ante el avance de las fuerzas de extrema derecha.

Está el caso de Italia, en donde Giuseppe Conte ha dejado de ser el outsider profesor de leyes que sin previa experiencia política llegó a la Presidencia del Consejo de Ministros. El jurista se ha convertido en el personaje al que los italianos han depositado su confianza para sacarlos de una pandemia que se ha cobrado en el país más de 2 mil 500 vidas. El coronavirus ha aplacado momentáneamente los nacionalismos, los separatistas flamencos súbitamente le están haciendo caso al gobierno federal belga.

Igualmente está doblando hasta a los políticos más radicales, al llevarlos a pactar acuerdos hasta hace días improbables. El limbo gubernamental en el que se encontraba Bélgica, desde el colapso de la coalición del Ejecutivo en diciembre de 2018, finalmente recibió su respiro el pasado martes, cuando el rey Felipe dio su visto bueno a un gobierno temporal para hacer frente al brote de coronavirus. La primera ministra, Sophie Wilmes, cuenta con todos los poderes por un periodo de seis meses. La pandemia además ha aplacado los movimientos de presión. El confinamiento declarado en Francia ha forzado el repliegue de los chalecos amarillos que previamente habían realizado 70 actos de protesta en contra de las políticas del presidente Emmanuel Macron. Los europeos repentinamente también están mirando hacia Bruselas. Se preguntan qué puede hacer la Unión Europea para limitar la propagación del virus, contener el desabasto de equipo médico, encontrar un antídoto y aliviar los impactos socioeconómicos de la crisis del coronavirus.

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