Viaje al inframundo prehispánico

(Material transmitido por el Servicio Sindicado el pasado 27 de enero)Iván CarrilloCIUDAD DE MÉXICO, febrero 2 (EL UNIVERSAL).- El 2 de octubre del 2003, Sergio Gómez conoció el inframundo teotihuacano. Fue Tláloc ?el dios de la lluvia en la tradición prehispánica? quien le reveló "el lugar lleno de abundancia donde se adquiría nueva vida", según lo describe Alfonso Caso en el libro "El pueblo del Sol". Aquella lluviosa madrugada, el arqueólogo responsable de la restauración del llamado templo de Quetzalcóatl o de la Serpiente Emplumada fue avisado por uno de sus trabajadores de una filtración frente al edificio que había conocido muchos años antes, en 1981, como estudiante de cuarto semestre de psicología.

En aquél entonces, el joven universitario aceptó por necesidad hacerse cargo de la biblioteca de Teotihuacán. Su labor consistía en llevar los libros requeridos por los investigadores desde la Ciudad de México hasta la zona arqueológica. El trayecto era largo y pesado, y se hacía acompañar por los volúmenes que transportaba: "Mi trabajo era leer", me dice este hombre que ronda los cincuenta y ocho años, mientras da una calada profunda a su cigarrillo.

La madrugada del hallazgo, Sergio constató que el agua acumulada en la plazuela se iba por un boquete con un diámetro de 83 centímetros. Pidió a sus trabajadores que lo bajaran amarrado con una cuerda a la cintura. Durante el descenso de 13 metros sintió la humedad de las paredes de un tiro perfectamente labrado en el tepetate.

Abajo observó lo que parecía ser un túnel. "Estaba completamente relleno de tierra y piedra. Solamente por la parte superior logramos ver las marcas de herramientas con las que había sido excavado. Ya en ese momento nos percatamos de que no era algo natural; que (tampoco) se trataba de un pozo artesano para el riego (?). Entonces fue un momento muy importante de emoción".

El túnel

El instinto de los arqueólogos es excavar. Cual sabuesos, obedecen a su olfato y un deseo irrefrenable de remover la tierra les invade. Pero el mundo de la arqueología no funciona tan impulsivamente. Menos aún, tratándose de la emblemática zona arqueológica de Teotihuacán ?el lugar donde fueron hechos los dioses? un destino que recibe cerca de cinco millones de turistas al año para visitar la ciudadela de una urbe que, en su momento de máximo apogeo, concentró a unos 100 mil habitantes, según el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En los meses siguientes, el arqueólogo...

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