Vivir con una enfermedad mental en la cárcel

Diana Higareda y Montserrat Peralta

CIUDAD DE MÉXICO, julio 15 (EL UNIVERSAL).- En 2004, Juan, de entonces 43 años, entró a prisión acusado de ser cómplice de secuestro. La cárcel lo quebró rápidamente. El encierro, los maltratos y los abusos lo afectaron. Después de tres años en una celda comenzó a desarrollar episodios sicóticos. Sin los medicamentos necesarios, sin un doctor que lo revisara y con guardias que lo tachaban de "rebelde" acabaron con su salud mental.

En total, 284 internos que viven en las cárceles federales del país padecen alguna discapacidad mental, según datos del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social. Esquizofrenia, ansiedad y retraso mental son las enfermedades más comunes, pero en ocho de cada 10 casos las autoridades no tienen un diagnóstico.

En 2016, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) reveló que en todo el sistema penitenciario, federal y estatal, hay más de 4 mil reos con discapacidad mental; la mayoría sin atención especializada.

"El problema es que no se reconoce la magnitud de la población con discapacidad que está dentro del sistema penitenciario, tanto de las personas que llegan con un diagnóstico y después la discapacidad que genera el encierro. Hay muy poca reflexión sobre lo que el encierro impacta en la salud mental", comenta Diana Sheinbaum, de la asociación Documenta.

De los 284 reos con discapacidad mental en el ámbito federal, casi la mitad está en el Centro Federal de Rehabilitación Psicosocial (Ceferepsi), que es uno de los tres del sistema enfocados al cuidado de esta población, pero 128 reos en cárceles federales corren la peor suerte.

"El sistema penitenciario no aborda este problema como lo que es: uno de salud mental y es por eso que no tienen el personal médico adecuado o una buena infraestructura", asegura Ruth Villanueva, tercera visitadora de la CNDH.

Esta población tiene una doble condena. La falta de recursos los pone en una situación más vulnerable y la prisión les da una escapatoria a las familias que muchas veces los abandonan por su salud mental. En varios casos no les queda otra opción que seguir en la cárcel, aunque su sentencia se haya cumplido; la otra salida es la calle o un hospital psiquiátrico, dice. En 2017, se tiene el registro de que 103 de los reclusos con discapacidad mental estaban ahí por portación de arma de fuego, entre los más reportados también están los delitos contra la salud y delincuencia organizada. Aunque los...

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