?Voy a regresar, no será difícil pasar un muro?

CIUDAD DE MÉXICO, febrero 8 (EL UNIVERSAL).- A Ramón Barajas, Pedro Vázquez y Alejandro Ochoa los agarró ?la migra? en la puerta de su casa antes de que saliera el sol. Pasaron semanas en prisión, de una cárcel a otra, usaron cadenas en tobillos, cintura y muñecas, los trataron como criminales sólo por ser indocumentados.

Ayer martes llegaron a la Ciudad de México en un vuelo del gobierno de Estados Unidos, venían de El Paso, Texas. Igual que sus paisanos que los acompañaron llegaron sin un peso, con su familia rota al dejar esposa e hijos allá, hundidos en la incertidumbre.

Luego de escuchar el apoyo del presidente Enrique Peña Nieto, se toparon con una nube de luces, cámaras y micrófonos. Algunos de plano corrieron, otros los llevaron formados a un camión que los transportó a la TAPO para tomar ahí un autobús a su lugar de origen.

A cada uno le dieron una mochila negra, una carta que confirmaba que había sido repatriado, una tarjeta telefónica y un boleto de autobús. Ramón Barajas, de Jalisco, se asombró por las cámaras.

Este hombre, bajito y de barba rala, nació en Tamazula, pero llevaba una vida de 26 años en el territorio estadounidense. Dedicado a la construcción en Denver, dejó del otro lado de la frontera a su esposa y cuatro hijos, todos nacidos en la Unión Americana. ?Sacando una licencia de manejo me encontraron y me deportaron?, narra. Acepta: ?ahora mi familia allá me va a tener que ayudar?.

Pedro Vázquez, es originario de Pachuca, Hidalgo, tenía 20 años viviendo en Atlanta. Lo detuvieron por una infracción de tránsito; salió bajo fianza y a los pocos días ?la migra? lo arrestó al abrir la puerta de su...

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